Hay viajes que se quedan para siempre en el corazón, y esta ruta por Europa fue uno de ellos. Una mezcla perfecta entre historia, ciudades vibrantes y paisajes naturales que te dejan sin palabras. Si sueñas con un recorrido diferente, profundo y emocionante, esta ruta está hecha para ti.
Comenzamos en Londres, una ciudad que siempre sorprende. Caminamos por sus calles llenas de encanto, seguridad y elegancia. Visitamos lugares icónicos como el Tower Bridge, exploramos su arquitectura, sus barrios y esa atmósfera mágica que solo Londres tiene. Fue el punto de partida perfecto para esta gran aventura.
Desde allí volamos a Cracovia, Polonia, una ciudad que combina belleza y memoria. Paseamos por su casco antiguo, lleno de historia y detalles preciosos, y visitamos el campo de concentración de Auschwitz, el museo de la guerra y varios lugares de conmemoración a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial. Un recorrido que nos permitió conectarnos con el pasado de forma muy profunda y respetuosa. Y por supuesto, también probamos su gastronomía: ¡el goulash nos encantó!
Nuestra siguiente parada fue Budapest, Hungría, una de las joyas de Europa Central. Disfrutamos un crucero por el Danubio al atardecer, que nos regaló vistas de postal mientras la ciudad se iluminaba. Budapest nos recibió con historia, arquitectura y esa energía vibrante que enamora.
Después seguimos a Praga, en la República Checa, una ciudad de cuento. Recorrimos sus calles adoquinadas, nos maravillamos con el famoso reloj astronómico, cruzamos el puente de Carlos y nos perdimos entre sus callejones llenos de magia y cultura. Sin duda, una parada imperdible.
Y como gran cierre, volamos al norte: Noruega. Exploramos los paisajes encantadores de los países nórdicos y llegamos hasta Tromsø, dentro del Círculo Polar Ártico, uno de los mejores lugares del mundo para ver auroras boreales. Hicimos avistamiento durante tres noches; las dos primeras fueron en blanco, pero la tercera noche, a -16 °C, el cielo se iluminó y vivimos uno de los espectáculos más emocionantes de nuestras vidas.
Además, alimentamos renos junto a la comunidad Sami, conocimos su cultura ancestral, y visitamos un refugio de perros salvajes en medio del paisaje nevado. Una experiencia auténtica, conmovedora y completamente mágica.
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